martes, junio 13, 2006

Desarrollo y Turismo en la República Dominicana I

Por: Manuel Cuevas
El presidente Leonel Fernández, en su discurso de rendición de cuentas ante la Asamblea Nacional el 27 de febrero del 2006 dijo, que “a pesar de la mejoría en los niveles de inversión que el Gobierno ha logrado durante este último año, estamos conscientes de que la política social tradicional de la República Dominicana ha sido ineficiente e insuficiente.
Todavía el gasto público social, como porcentaje del PIB, es uno de los más bajos de América Latina. Hay una situación de inequidad social que tenemos que superar. Hay débiles indicadores sociales, incompatibles con el nivel de crecimiento económico alcanzado durante los últimos 40 años. Hay un aumento de la pobreza debido a la reciente crisis por la que hemos tenido que atravesar”.
Anteriormente, el Informe Nacional de Desarrollo Humano (del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), correspondiente al año 2005, había señalado que “la economía de la República Dominicana ha registrado en los últimos 50 años una tasa de crecimiento promedio ejemplar, por encima de 5 por ciento anual.
Actualmente, el país está en transición hacia una economía y una sociedad globalizadas; ese tránsito encuentra a sus habitantes sumidos en grandes desequilibrios: el déficit social es significativo; el nivel de desarrollo humano y otras variables sociales muy sensibles al nivel de desarrollo, como la mortalidad infantil, la calidad y cobertura de la educación y de los servicios de salud, los niveles de saneamiento y el cuidado del medio ambiente, entre otras, registran un desempeño peor al esperado, dado el nivel y crecimiento del ingreso de las últimas décadas; no se ha aprovechado el uso de la riqueza nacional para mejorar el bienestar de las dominicanas y los dominicanos; el país está entre los primeros 13 países en el mundo que menos aprovechamiento han hecho del ingreso por habitante para mejorar el nivel de desarrollo humano”. El documento añade que “los principales sectores generadores de divisas de la economía dominicana han entrado en crisis estructural: el modelo de desarrollo de turismo de masas debe reajustarse hacia uno más sustentable; por su parte, las zonas francas crecieron sobre la base de distorsiones en el comercio mundial que ya son insostenibles”.
En la República Dominicana, el sector de los servicios representa el 55,5% del PIB. El turismo y las zonas francas, son los sectores emergentes en la gran transformación experimentada por la estructura productiva del país durante los últimos 40 años (¿Un arma contra la pobreza? Periódico Hoy, domingo 18 de enero 2004, pág. 10): hasta los años de 1960, la economía dominicana fue fundamentalmente agrícola; la exportación de azúcar de caña constituía un tercio de las exportaciones dominicanas, otras ganancias (30%) provenían del café, cacao y del tabaco; una declinación en el precio del dulce en los mercados internacionales, el incremento en el precio del petróleo entre otros factores económicos a mitad de los años 70, aceleraron el cambio de la economía nacional; de una economía totalmente rural a una economía globalizada .
El caso particular de la industria turística dominicana, su crecimiento, desempeño y mucha de su actualidad pudiera ser entendida cuando se la analiza en un contexto global. El turismo ha asumido un rol de primera importancia en los intercambios internacionales y en la formación del producto bruto global; es un fenómeno mundial: anualmente se producen más de 600 millones de llegadas turísticas internacionales y se generan alrededor de US 475.8 billones en ingresos; el surgimiento de nuevas metas turísticas emergentes en Asia, el norte de África, Latinoamérica y el Caribe, ha dado lugar a una notable expansión geográfica.
Cuando se comparan estas cifras con los 25 millones de visitas, los pocos más de US 2000 millones que entraron a la economía mundial por este concepto en 1950 y se observa la distribución del mercado en aquel año (en 1950 los países de Europa y de América del Norte tenían el 97% del mercado), vemos la extraordinaria amplificación que ha experimentado la actividad turística en poco más de 50 años.
Mucho del incremento que, ha venido experimentando la industria turística en el hemisferio occidental, tiene que ver con el hecho de que el turismo, por sus características se había “globalizado” e “internacionalizado” previamente al proceso de liberalización del comercio de los últimos 25 años: a partir de la Segunda Guerra Mundial, la cultura de la universatilidad dio origen a una estructura económica internacional caracterizada por relaciones comerciales y de negocios; el continente europeo entró en una etapa de reconstrucción y de recuperación económica y social, el desarrollo económico reflejado en el aumento del nivel de ingreso y de infraestructuras como el transporte y las comunicaciones generó y facilitó el aumento de los viajes internacionales.
Estas circunstancias, hicieron que este sector fuera encontrado por el proceso integracionista (creado por los Acuerdos Comerciales y Tratados de Libre Comercio) con un mayor grado de globalización y apertura al mercado internacional que otros sectores económicos y por lo tanto con menos requisitos y necesidades de liberalización comercial para ser desarrollado.
Por otra parte, el crecimiento demográfico, la urbanización creciente de los diferentes países, el aumento en el tenor de vida y las nuevas modalidades de trabajo (algunas de las derivaciones de los procesos pos Segunda Guerra Mundial), directa o indirectamente crearon mayores necesidades de descanso en la población, trayendo como resultado el incremento acelerado del turismo y consecuentemente, una internacionalización en el comercio de los servicios turísticos; el ambiente que define a cada país y su cultura, entendida como las facetas espirituales, materiales e intelectuales: artes, letras, modos de vida, sistemas de valores y creencias, que caracterizan a la sociedad o a los grupos sociales que allí residen, sobre los que el visitante en alguna manera ha recibido información, constituyen las bases de la actividad turística.
La mayoría de las naciones subdesarrolladas y en vía de desarrollo (ubicadas en Asia, África, Latinoamérica y el Caribe) por su rica diversidad natural-cultural y de otros atractivos en su herencia, son poseedoras de un excelente potencial turístico.
En lo que respeta al Caribe, muchas de sus islas, tuvieron durante mucho tiempo una dependencia significativa en las exportaciones agrícolas (las cuales eran negociadas bajo acuerdos económicos preferenciales), una fuerte declinación en su crecimiento y ganancias a inicios de la década de los años 80, produjo que las estrategias económicas de estos territorios fueran dirigidas hacia la inversión en la producción orientada a la exportación, acelerando la transformación de la estructura económica (fuera de su tradicional agricultura), iniciada en la década de los 60s.
Entre 1961 y el 2002 el promedio per cápita de crecimiento del Producto Interno Bruto para los países caribeños fue del 2.8 por ciento; durante este período, el sector servicios, incrementándose a razón del 5 por ciento anualmente, fue un elemento determinante para que se lograra este desarrollo económico, al pasar su cuota en el PIB del 50% en 1960 al 62 por ciento en los 90s.
Desde entonces, ha sido evidente la importancia del turismo: Las Antillas vivieron un incremento en el flujo de las llegadas turísticas internacionales de un 52.2% entre 1978 y 1988, este aumento se produjo a pesar de la recesión global de la década de los años 70 y de comienzos de los 80s del pasado siglo; a mitad de los años 90, el turismo representaba el 25% de las exportaciones en bienes y servicios de la región caribeña, y las divisas extranjeras generadas por la actividad turística, contribuían al 31% del PIB de esta zona. Análisis señalan al grupo hispánico compuesto por Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Cancún, Cozumel (entre 1995 y 1999 la cuota de negocios de este grupo paso del 48% al 57.7 por ciento), como responsable de mucho del crecimiento, atribuido a toda la zona. Mucho del desarrollo turístico vivido por esta parte del mundo durante los últimos 30 años, ha tenido que ver con los importantes procesos de liberalizaciones que promueve la Organización Mundial del Comercio en el Hemisferio Occidental: los acuerdos comerciales, con sus primeras fases orientadas al libre comercio de los bienes, generaron una mayor necesidad de viajes de negocios y crearon una “cultura” favorable a la apertura de los mercados, que dejó las puertas abiertas a la liberalización del comercio de los servicios.
El turismo dominicano, caracterizado en sus inicios, por su fuerte componente de propietarios locales, fue uno de los pocos sectores económicos nacionales que funcionó bien, durante los años de inestabilidad macroeconómica (década de los años 80 e inicio de los 90): el valor agregado de la actividad turística creció alrededor del 23.5 por ciento en el período 1983-88, esto, cuando el crecimiento de la economía completa fue del 2.5%; con las ganancias del desenvolvimiento turístico incrementándose rápidamente en los 90, en 1992 la nación formo parte de un grupo de seis países caribeños que ganó más de su cuota de exportación por turismo que por otros sectores (Fondo Monetario Internacional, Libro Anual de Estadísticas en Balanza de Pagos Wash, DC, 1993, Pattullo p.12). En el periodo 1995-2000, con un PIB promedio anual que alcanzó el 8%, la expansión económica de República Dominicana fue impresionante, lo cual convirtió a RD en una de las economías de más rápido crecimiento en América Latina y el Caribe; el sector turístico fue la fuerza impulsora del milagro económico dominicano de estos años.
El proceso de liberalización comercial de los servicios ha sido muy dinámico en este país; desde mediado de la década de los años 90 no existe limitación al acceso al mercado de los servicios turísticos, en 1999 14 de las 30 cadenas hoteleras existentes pertenecían a inversionistas extranjeros.
El turismo dominicano (sin apoyo gubernamental) ha contribuido a la difusión de la música dominicana en el exterior, sobre todo en Europa: a principio de los años 90, casetes de merengue y bachata llevados por los turistas de regreso a sus países, difundidos en bares y discotecas, más luego en alguna radio local europea, despertaron el interés de algunos promotores internacionales; a la exportación: el acceso de grupos de turistas a las destilerías de ron o a alguna tabacalera dominicana en Santiago y Puerto Plata ha hecho una magnífica contribución en el reconocimiento internacional de estos productos.
Este articulo fue publicado en la sección El Dinero, del Periodico dominicano Listin Diario, en martes 13 de Junio del 2006.

lunes, junio 12, 2006

Agroindustrialización y Desarrollo Nacional

Por Milton Olivo:
Consciente de la gran variedad de modelos de desarrollo existentes en esta era del conocimiento, estudios de organismos internacionales especializados como la FAO, han demostrado que la industria que utilizan materias primas agrícolas, son las industrias particularmente indicada para los países en desarrollo -como Republica Dominicana- para alcanzar más rápido y eficientemente los niveles de bienestar que demandan sus habitantes.

Usted se preguntará porque? La repuesta seria por poseer las siguientes características: Alta concentración de mano de obra, alta concatenación de empleos, moderada necesidad de capital, moderada competencia técnica, promueven el desarrollo rural y tienen gran potencial de exportación.

Estas industrias suministradoras de alimentos, vestuarios y viviendas, están también estrechamente vinculada con la elaboración industrial de las materias primas agrícolas en razón de la aplicación de la tecnología a las actividades pre y post cosecha. Por ejemplo: almacenamiento, equipos de molienda, aprovechamiento de subproductos, elaboración industrial, envasado, etc.

Toda estas actividades pueden impulsarse a pequeña, mediana y gran escala y tienden a economizar capital y requerir mucha mano de obra y suelen tener sobre la industria un efecto multiplicador, mediante la demanda de contenedores, embalajes de madera, contenedores de hojalata y plástico.

Se trata de actividades que a su vez sirven de estimulo tanto para la industria mecánica y de la construcción, como para diversos servicios, iniciándose así un amplio proceso de conexión y de oportunidades de generación de empleos.

Uno de nuestro principal objetivo como país, es relanzar nuestro sector agropecuario, para generar millares de empleos y elevar el nivel de bienestar en nuestra población, y para eso es necesario ensamblar una estructura productiva agroindustrial, que cubra la demanda de insumos de; la Zona Franca, el Sector Turístico, la Construcción, el Sector Alimenticio y el Sector Industrial.

Eso significa estructurar un complejo agroindustrial enfocado en dos grandes tipo de producción: Industria alimenticia de origen rural e Industria no alimenticia de origen rural, entre esta tenemos que incluir la producción de alcohol carburante, biodiesel y medicina. Industrias estas, con gran potencial para competir en los mercados internos y en los mercados del exterior, ampliando nuestra oferta exportable, aprovechando los tratados de libre comercio establecidos, generando empleo, bienestar y desarrollo nacional.

Lo lindo es que para desarrollar una poderoso agroindustria en la Republica Dominicana, son necesario elementos que en el caso de nuestro como país sobran: luz solar, agua, tierra, gentes e ideas. Además tenemos a nuestro favor que disponemos de inmensas áreas de tierra que disponen de la infraestructura para ser regada.

Nuestro éxito o fracaso como país, en el primer cuarto de siglo de este nuevo milenio, dependerá de nuestra capacidad de impulsar un modelo desarrollista objetivo en función de nuestra realidad y potencialidad. Ya en el pasado hemos aplicado recetas extrañas que su resultado nos ha llevado a los niveles de atraso y miseria en que estamos.

Es innegable en Quisqueya sobra; luz solar, agua, tierra, gentes e ideas. Y como independientemente del desarrollo de cualquier sociedad, estas tienen que alimentarse, usar combustibles y medicina, los productos del campo siempre tendrán mercado y si están industrializado muchísimo más. Además, cuando del campo podemos sacar el combustibles que reduzca la dependencia externa en asunto energético y parte de la fortuna que hoy se paga, se recicle en nuestra economía para beneficiar a nuestra gente.

Otro asunto trascendente es el aprovechamiento de la Energía Solar y del Viento para producir electricidad. Y aprovechar desechos vegetales –biomasa- para producir Biodiesel. Tenemos que desmontar el discurso político, y cambiarlo por un discurso productivo como este. Pues solo a través del trabajo y la producción es que podremos hacer realidad las bellas promesas hasta hoy incumplidas de los políticos a la sociedad: de empleos, riqueza y Bienestar.