miércoles, agosto 23, 2006

Fernando Arturo de Meriño: Estadista Ejemplar

En 1880 cuando los caudillos políticos de la época cayeron en la sin razón, la autoridad moral de Fernando Arturo de Meriño tomó las riendas de la nación, y realizó el mejor gobierno del siglo XIX.
En el estudio de nuestra republicana, nos damos cuenta que cuando los políticos fracasaron en la misión de conducir los destinos nacionales, y la sociedad fue sumergida en el caos y la anarquía, del seno de la Santa Iglesia Católica, salió los hombres indicados para evitar el naufragio definitivo del proyecto nacional.
En 1880 cuando los caudillos políticos de la época cayeron en la sin razón, la autoridad moral de Fernando Arturo de Meriño tomó las riendas de la nación, y realizó el mejor gobierno del siglo XIX dominicano.
En 1912, cuando los ríos de la isla se teñían de rojo por la permanente sangre derramada por los políticos en combate, un discípulo de Meriño, Monseñor Adolfo Alejandro Nouel tomó las riendas de la nación, y llevó a la sociedad dominicana a un proceso de pacificación.
Ahora en el umbral del siglo XXI, ante el debilitamiento de los partidos políticos y la ausencia de un liderazgo nacional capaz de trazar el camino que debemos transitar en los años venideros, se hace necesario el estudio de nuestro pasado histórico para ver como salimos de procesos similares.
Fernando Arturo de Meriño es uno de los referentes a tomar en cuenta por las jóvenes generaciones interesadas en el ejercicio político con decoro, decencia y dignidad. Fue un religioso, patriota y político. Nació en el Paraje de Antoncí, cerca de la ciudad de Santo Domingo, el 9 de enero de 1833.
Meriño ingresó al Seminario Conciliar en 1848. Fue ordenado Sacerdote el 24 de abril de 1856, y cantó su primera misa el 3 de mayo de ese año. Inició su labor sacerdotal en la comunidad de Neiba. Apresado en 1857 y llevado a presencia de Pedro Santana, quien ordenó su libertad.
El sacerdote cayó en gracia al general Santana, quien ordenó su traslado a la parroquia de San Cristóbal. Fue diputado a la Asamblea Constituyente de Moca que redactó la Constitución progresista de entonces.
En 1858, bajo la protección de Santana, estaba al frente de la Catedral y del Seminario de la ciudad de Santo Domingo. El 25 de febrero de 1859, con a penas 26 años, tres años después de haber sido ordenado sacerdote, llegó a la jefatura de la Iglesia católica en la República Dominicana.
En marzo de 1861, el Papa lo nombró Administrador Apostólico de la Diócesis de Santo Domingo, y una vez enterado del proyecto anexionista de Santana, manifestó oposición y rechazo al mismo.
El 27 de febrero pronunció un enérgico y emotivo discurso con el titulo: “El egoísmo” en el que trató de convencer al presidente Santana del error grave de sus intenciones.
Consumada la anexión a España, el 18 de marzo de 1861, comenzó a pronunciarse desde el púlpito en contra de ese hecho, lo que desató la ira de Pedro Santana, quien lo obligó a abandonar el país en abril de 1862.
Se marchó con destino a España, de donde poco después se trasladó a Puerto Rico. De allí emigró a Venezuela, y luego a Cuba, lugares donde escribió y denuncio la venta de su Patria.
Meriño es sin quizás, uno de los oradores más prominentes que ha tenido la República Dominicana a lo largo de su historia. Joaquín Balaguer en Los Próceres Escritores define a Fernando Arturo de Meriño como “el tipo del orador auténtico, del hombre verdaderamente arrebatado por la embriaguez del verbo. Es, entre todos los próceres de la República, el que mas terminada nos ofrece la imagen del orador antiguo: una oración de Meriño, en efecto, relata Balaguer, es una fábrica donde todo denuncia orden y equilibrio: no hay en ella líneas que disuenen, ni ornamentos excesivos, ni detalles superfluos, ni falta de proporción o de armonía en el conjunto majestuoso.”
Restaurada la república, regresó al país, y de inmediato fue electo Presidente de la Asamblea Constituyente. Era considerado un símbolo de la defensa nacional. Coherente en sus principios, agudo en sus criticas y valiente en sus actuaciones, se había convertido en una de las figuras mas importantes de la nación. No vaciló en enfrentar al régimen entreguita de Báez.
El 8 de diciembre de 1865 pronunció un discurso antológico, en el que acusó al presidente Báez de oportunista y aprovechado del sacrificio de los demás. Quién vagaba en playas extranjeras para luego venir a desempeñar la presidencia de la república, sin haber hecho ningún tipo de sacrificio y esfuerzo.
En ese mismo Sermón, esbozó el perfil de lo que debía ser un gobierno apropiado para el pueblo dominicano. Utilizando un verbo adornado, con un tono respetuoso y directo, descalificó a Báez para dirigir los destinos nacionales. Ese discurso desató un torbellino de comentarios, y por segunda vez, se vio obligado a salir el territorio nacional.
En lo adelante hizo causa común con los patriotas que iniciaron la Guerra de los Seis Años para evitar la anexión a los Estados Unidos.
En 1968 intentó entrar al país para sumarse a la guerra iniciada por Luperón. No logró su propósito, y se marchó a Venezuela.
Regresó al país en 1875, después del derrocamiento de Báez. En 1879 ejerció su ministerio como párroco de Puerto Plata, lugar donde estaba establecido el Gobierno Provisional encabezado por Luperón.
En 1880 fue elegido Presidente de la República, en unas elecciones democráticas. Tomó posesión el 1 de septiembre del mismo año, y cumplió su mandato el 1 de septiembre de 1882.
Meriño fue el primer gobernante en la historia dominicana que cumplió con el período constitucional para el que fue electo y transfirió el poder de forma pacífica.
El gobierno de Meriño fue ejemplar. Impulsó la educación mediante la creación de escuelas superiores en varias provincias, y en la universidad abrió nuevas cátedras de derecho civil, constitucional e internacional, así como de medicina, farmacia y agrimensura. Estableció el Estado de derecho. Fue un régimen de mano dura para los violadores de la ley. Auspició el progreso y desarrollo de la nación.
El 16 de julio de 1885 fue designado Arzobispo y consagrado en Roma. Es la primera vez que un dominicano recibe un galardón tan elevado de la madre iglesia católica. El pueblo celebró el acontecimiento. Falleció en Santo Domingo el 20 de agosto de 1906.