lunes, julio 10, 2006

Balaguer: Un Político honesto



SABER POLÍTICO
Balaguer: Un político honesto
Balaguer fue un servidor público honesto, pero a la vez supo crear fama de su seriedad.
Belarminio Ramírez Morillo

( “Yo soy yo y mi circunstancia; y si no la salvo a ella,no me salvo yo” José Ortega y Gasset.)
Siempre que se tratara de defender su reputación y su honestidad personal, Balaguer era enérgico y exigente.
En la campaña electoral de 1994, el candidato del Acuerdo de Santo Domingo, José Francisco Peña Gómez quiso cuestionar la moral de Balaguer y su familia, y su reacción fue espontánea y fuera de su estilo, pero en el lenguaje que utilizaría cualquier dominicano común.
Como se estaba en el cierre de la campaña, y era necesario impactar en el electorado, cuando los periodistas le cuestionaron en torno a las acusaciones de Peña Gómez, Balaguer dijo: “Se hizo pupú fuera del cajón”.
Los perredeistas montaron un spot publicitario repitiendo esta frase y queriendo insinuar en el subconsciente del elector que Balaguer estaba fuera de control, y el resultado fue que la frase se popularizó aún más a lo largo y lo ancho del territorio nacional, e incidió en el crecimiento de la popularidad del caudillo reformista.
Cuando partió al exilio en 1961, sus juicios fueron precisos: “Si en algún momento se deseare investigar imparcialmente cualquiera de mis actos, tanto los que realicé como funcionario civil o como de los que autoricé como comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, estaré presto a comparecer ante el tribunal correspondiente”.
Esa es una reacción poco común en los políticos latinoamericanos. Balaguer era un hombre dispuesto a defender su prestigio y su moral.
Balaguer fue un servidor público honesto, pero a la vez supo crear fama de su seriedad. Desafió a Trujillo cuando pretendió cuestionar su honestidad, y en 1961 retó a las nuevas autoridades a que investigaran actuaciones ilícitas, reiterándole su disposición de recurrir a donde fuere necesario con tal de mantener limpia su hoja de servicios públicos.
El heredero político de Trujillo sabía, como escribió Baltasar Gracián, que “lo que tiene de inconstante la fortuna lo tiene de firme la fama. La primera ayuda a vivir, la segunda a pasar a la posteridad; la fortuna protege contra la envidia, la fama contra el olvido. La fortuna es deseable y uno mismo se ayuda a procurársela una que otra vez. La fama hay que esforzarse por conseguirla. El deseo de renombre nace de la fortaleza y el valor. La fama fue y es hermana de gigantes. Se mueve siempre por los extremos: o monstruo, o prodigio; abominación o aclamación estruendosa.”
Por lo regular, cuando un gobernante es destituido y enviado al exilio, en sus últimas horas de mandato se apodera de la mayor cantidad posible de recursos económicos que les garanticen una vida en un ambiente suntuoso en el exterior.
En el caso de Balaguer, fue todo lo contrario. Cuando partió al exilio llevaba consigo dos mil dólares que les fueron buscados por unos amigos apresuradamente.
A su arribo a San Juan, Puerto Rico, se hospedó en un modesto alojamiento, Hotel Columbus, ubicado en el sector de Miramar, donde una habitación costaba ocho dólares por día. Más tarde se trasladó a Nueva York, donde se alojó en un hotel de igual categoría.
Estando alojado en el modesto hotel en Nueva York, solía llevar sus ropas a la lavandería, comportándose como un huésped común y corriente.
A pesar de la baja tarifa que pagaba en el hotel, sus finanzas no les permitían continuar alojado en ese lugar. Es por eso, que decidió alquilar un pequeño apartamento.
Ese hombre que días atrás era el Primer Ejecutivo de la Nación, ahora no disponía ni siquiera de un automóvil, y para desplazarse utilizaba el tren subterráneo.
Fueron esos los detalles que convirtieron a Balaguer en un líder y en un ser humano de cualidades excepcionales. Y es que como señaló Nicolás Maquiavelo “los hombres grandes son siempre los mismos, en toda situación en que les coloque la fortuna, y si ella cambia, y unas veces los exalta y otras los hunde, ellos no varían, sino que siempre mantienen un ánimo firme, y tan acorde con su modo de vida que cualquiera puede percibir fácilmente que la fortuna no tiene poder sobre ellos.”
Por eso, el 16 de agosto de 1978, cuando traspasó el mando a Don Antonio Guzmán Fernández, al llegar a su residencia de la Máximo Gómez 25, se encontró con un escenario familiar de llanto y desolación, y de una forma natural les pidió a su entrañable amigo, Don Guaroa Liranzo, que les dijera a quienes lloraban: “Que él no había muerto. Que sencillamente el poder se había ido de ese hogar”.
Pocos meses después de iniciado su exilio, su madre Doña Carmen Vda. Balaguer fue afectada por una grave enfermedad. Balaguer, conmovido por el dolor que les causó la noticia, solicitó un permiso al Gobierno del Triunvirato para entrar al país y unirse a su madre en ese momento de dolor, pero el permiso les fue rechazado.
Como escribió Giovanni Papini: “Toda la vida del hombre está hecha de sueños, de ideales, de proyectos y de esperas; todo su presente está hecho de pensamientos en torno al futuro. Todo aquello que en el presente le parece oscuro, mezquino, inferior, insuficiente, y nos consolamos pensando que este presente no es más que un largo y enojoso prefacio de la bella novela del porvenir. Todos los hombres pagan su grandeza con muchas pequeñeces, su victoria con muchas derrotas, su riqueza con múltiples quiebras”.