viernes, junio 09, 2006

Inforicos, Infopobres e Infotenientes

Por: Valerio Lara
Algún profesional desempleado y adicto a la WEB es un típico inforrico. No obstante, su angustia a veces supera a la de un joven chiripero desertor escolar.

El primero es un engendro oportunista del expansionismo TIC y el otro, una materia prima del clientelismo político urbano marginal.

El personaje TIC se aleja del título universitario colgado en la sala de su casa y se interna silencioso en un centro de internet.

Allí se embriaga con un coctel de chat, porno, email, vídeo juego o periodismo digital. Por eso, se me ocurre llamarle Infoteniente, pues la homología con el terrateniente es pasmosa.

Estoy seguro que El joven chiripero es un infopobre que vive su mejor momento. Ahora goza de seguridad barrial y es aspirante a un seudosueldo del erario público. Pasa su fin de semana muy diversificado entre novia, centro cervecero, bachata y radio. ¿Para qué querría éste un mundo virtual? El grave problema es que tanto el infoteniente como el infopobre carecen de pensamiento crítico, de espíritu innovador y de praxis cognitiva. Aún más, no disponen de contexto favorable para el desarrollo de estas facultades. Además, no articulan su bagaje intelectual con su sentido común, ni con el acervo que ofrecen los lenguajes de programación, ni Windows o Linux, ni Google o Wikipedia. Ambos están "configurados" para el empleo o la emigración, más que para la gestión de una pyme exportadora, para la resolución de problemas y para desarrollar algún valor agregado.
El drama de la infotenencia de conocimiento es que no se regenera ni siquiera a si misma, si careciera de una excelencia educativa que la complemente.
Bajo estas condiciones, la nación dominicana sería incapaz del acumulamiento de capital intelectual que sirviera siquiera para solventar la propiedad intelectual extranjera, en un contexto Christian Huitemo hubiese incluido en su glosario el término Infoteniente, si conociese el contexto dominicano, millonario tanto en celulares prepagados como en fincas baldías.

El joven chiripero es un infopobre que vive su mejor momento. Ahora goza de seguridad barrial y es aspirante a un seudosueldo del erario público. Pasa su fin de semana muy diversificado entre novia, centro cervecero, bachata y radio. ¿Para qué querría éste un mundo virtual?

El grave problema es que tanto el infoteniente como el infopobre carecen de pensamiento crítico, de espíritu innovador y de praxis cognitiva. Aún más, no disponen de contexto favorable para el desarrollo de estas facultades.
Además, no articulan su bagaje intelectual con su sentido común, ni con el acervo que ofrecen los lenguajes de programación, ni Windows o Linux, ni Google o Wikipedia.

Ambos están "configurados" para el empleo o la emigración, más que para la gestión de una pyme exportadora, para la resolución de problemas y para desarrollar algún valor agregado.
El drama de la infotenencia de conocimiento es que no se regenera ni siquiera a si misma, si careciera de una excelencia educativa que la complemente.

¿Cuántos inforricos o infotenientes serían usuarios intensivos de alta tecnología y a la vez, mendigos del capital intelectual suficiente para que tal consumo sea sostenible?
¿Constituyen la reducción de la brecha digital y el gobierno electrónico fines en si mismos?
¿Alguien conoce una estrategia para el desarrollo digital? ¿Hay conciencia de la serie de disyuntivas que surgirían durante la masificación digital?
Hace 10 años la producción suficiente de electricidad y la masificación de vehículos de motor constituyeron uno de los más caros ideales de la sociedad dominicana. Esas metas ya fueron alcanzadas. Sin embargo, la ineficiencia del mercado eléctrico y los altos precios del barril de petróleo son fantasmas aún más peligrosos que los anteriores.
Así mismo, La brecha digital podría reducirse al mínimo e instalarse el más moderno gobierno electrónico, pero eso per se no es suficiente para el desarrollo y el aseguramiento de un país competitivo.
Se requiere, además, una inversión intensiva para la excelencia en educación, el desarrollo y diversificación de tecnologías apropiadas, el saneamiento institucional, una reforma radical del sector energético, con énfasis en la electricidad, una economía capaz de la generación de suficientes empleos y un ambiente propicio para el ejercicio ciudadano. Es menester que se planteen seriamente estos dilemas, ya no de la era del conocimiento en si misma, sino de cómo ésta la asumiría cada uno de los infodominicanos.